viernes, 9 de agosto de 2013

Un crimen por resolver en Brasil




El asesinato de una familia ha conmocionado Brasil. Un matrimonio de policías, su hijo de 13 años, la abuela y una tía abuela del pequeño fueron hallados muertos con tiros en la cabeza en su propia casa.

Según estudiosos esta era la típica escena brutal que los investigadores relacionaron inmediatamente con una venganza del crimen organizado pero, esta vez, las pistas señalaban al niño como el principal sospechoso. El chico de gesto dulce habría matado a su familia durante la noche y se habría suicidado después.

La hipótesis que defiende la Policía Civil sostiene que Marcelo Passeghini usó la pistola de su madre, cabo de la Policía Militar, para disparar a su tía y a su abuela, que vivían en una casa contigua en el mismo terreno, y a sus padres, ambos policías.

El orden de los asesinatos no se ha esclarecido todavía, pero por cómo yacían los cuerpos, todo apunta a que la familia dormía cuando sucedió el crimen. Todos menos Marcelo.

De acuerdo a lo averiguado nadie oyó los disparos y nadie sospechó nada a la mañana siguiente porque Marcelo fue a clase tan tranquilo. Tras el crimen, el chico agarró su mochila del colegio —en la que metió un revólver— y se marchó de casa en el coche familiar. Una cámara del vecindario grabó la llegada del vehículo a una calle cercana a la escuela. Era la una de la madrugada. Las imágenes registraron que unas cinco horas después, Marcelo salió del automóvil y caminó hacia el cole con su mochila al hombro. El niño, considerado un buen alumno, pasó el día en clase sin que sus profesores o compañeros notasen nada extraño. Al acabar las clases, el padre de un compañero lo dejó en casa.

Según los testimonios publicados por los medios brasileños, el hombre llegó a tocar el timbre para avisar a la familia, pero Marcelo le pidió que parase porque su padre estaba durmiendo. El chico entró en casa y fue entonces cuando, según la versión policial, decidió pegarse un tiro en la cabeza junto a los cuerpos de sus padres. Marcelo sostenía el arma del crimen con la mano izquierda cuando los agentes descubrieron la escena.